Tal cual. Hay entrenadores que se creen con derecho divino a jugar con las cositas de comer. Unos por que no les da para más (Tata Martino), y otros porque les sale de las pelotas (Luis Enrique). Y de estos dos pavos, tiene más delito el asturiano, que disfruta de una versión de Messi que Martino no pudo ni oler, y eso que Leo no está ni al 80% de su nivel.
Yo no digo que esté "chupao" llevar a un vestuario de este nivel, y menos cuando se han dejado dentro a varios jugadores que se creen los reyes del mambo, como Alves y Piqué. Ni siquiera me cebé con Lucho por arriesgar en el Bernabéu testando al tridente. Está obligado a dar un tiempo a esa opción. Pero salir al sembrao ventoso de Almería con un 4-3-3, sin Xavi, y con Munir y Pedro como artillería al lado de Messi, no sé si tiene más porcentaje de chulería o de estupidez. A quien inventó lo de sentar a los buenos y regalar una hora de partido al rival, en vez dejar a las figuras que resuelvan cuanto antes y sentarlos después, habría que meterle un querella criminal, por delito de lesa gilipollez.
Y mientras es obvio que el sentido común del míster podría valer para ir asentando al equipo, se encuentra uno con un ejército culé de "jubilaleyendas" y trufado de repartidores de desprecios al por mayor. Son esos cegatos que se regodean en lo negativo y no dejan títere con cabeza, cuan robespierres de pacotilla, porque no estaban en clase el día que se enseñó la evidencia más grande de este deporte: si el equipo no funciona, todos parecen mediocres o malos. Pero que cojones voy a explicar yo a esa gente si crucifican al tipo que hace mejor a los otros diez con su mera presencia (Xavi), y que de paso es el que más kms. recorre, con su DNI y todo, mira tú qué cosas.