Quién fuera
Quevedo para dedicarle a este tiparraco un soneto descriptivo de la bajeza que atesora.
Vendido a una causa infame, va cavando día a día una sima más profunda: la de
su indignidad profesional. Bien mirado, no merece ni siquiera catorce versos, aunque
no puedo por menos que mal redactar lo que me produce este despojo con micro.
Porque debe
taparse esa naricita para, con el Ok de Ariza (manda huevos
Julito), tener en plantilla a Roncero, Siro López, Alfredo Duro, Buyo, Damián
González e Inda, cogeneradores de odio al madridismo chulesco sin precedentes
en la historia.
Porque es de sinvergüenzas mentir y/o torcer la verdad en antena cada noche para lamer virtualmente los bajos a quien paga esta orgía.
Porque hay que
tener poco sentido del ridículo para meter la pata en el 90% de las
“exclusivas” que suelta como si tuviera información privilegiada, y seguir
presumiendo de primicias.
Porque hay que arrastrase
mucho para parecer un viajante que vende los productos de Florentino Pérez: ¡Señores, pago 101 por Bale y digo que he pagao 91! ¡Nada por aquí, nada por allá...!. Como si alguien que no sea limitadito o despistao se tragara ese sapo, o el de que Bale se ha ido de su club armando toda esa zapatiesta por un
sueldo inferior al que cobraba en Londres… Jajaja, aún se oyen las carcajadas
de los ingleses ante esta gilipollez.
Porque hay que ser profundamente chulapón para haberse
pegao 3 años sacando la cara por el entrenador más antideportivo,
antiespectáculo, y con peor comportamiento de la historia moderna del fútbol.